Insectos
Insectos
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Los insectos (Insecta), son una clase de animales invertebrados, del filo de los artrópodos, caracterizados por presentar un par de antenas, tres pares
de patas y dos pares de alas (que, no
obstante, pueden reducirse o faltar). La ciencia que estudia los insectos se
denomina entomología. Su nombre proviene del latín insectum , calco del griego ἔντομα, 'cortado en medio'.1
Los insectos comprenden el grupo de animales más diverso de la Tierra, con aproximadamente 1 millón especies descritas,2 más que todos los otros grupos de animales juntos, y con estimaciones
de hasta 30 millones de especies no descritas, con lo que, potencialmente,
representarían más del 90% de las formas de vida del planeta.3 Otros estudios más recientes rebajan la cifra de insectos por descubrir
a entre 6 y 10 millones.4 5
Los insectos pueden encontrarse en casi todos los ambientes del planeta,
aunque sólo un pequeño número de especies se ha adaptado a la vida en los océanos. Hay aproximadamente 5.000 especies de odonatos (libélulas, caballitos del diablo), 20.000 de
ortópteros (saltamontes, grillos), 120.000 de lepidópteros (mariposas y polillas), 120.000 de dípteros (moscas, mosquitos), 82.000 de hemípteros (chinches, pulgones, cigarras), 350.000 de coleópteros (escarabajos, mariquitas), y 110.000 especies de himenópteros (abejas, avispas, hormigas).
Los insectos no sólo presentan una gran diversidad sino que también son
increíblemente abundantes. Se estima que hay 200 millones de insectos por cada
ser humano. Algunos hormigueros contienen más de 20 millones de individuos. Se
calcula que hay 1015 hormigas viviendo sobre la Tierra. En la selva amazónica se estima que hay unas 60.000
especies y 3,2 x 108 individuos por hectárea.
Artrópodos terrestres tales como los ciempiés, milpiés, escorpiones y arañas se confunden a menudo con los insectos debido a que tienen estructuras
corporales similares, pero son fácilmente diferenciables ya que los insectos
presentan tres pares de patas mientras que los escorpiones y arañas tienen
cuatro pares y carecen de antenas, y los ciempiés y milpiés tienen muchos pares
de patas.
Anatomía externa
El cuerpo de los insectos está formado por tres regiones principales
(denominadas tagmas): cabeza, tórax y abdomen,
uniformemente recubiertas por un exoesqueleto.
Esquema de un coleóptero en vista dorsal para mostrar la morfología
externa de un insecto. Referencias: A: Cabeza, B; Tórax, C: Abdomen; 1: antena,
2: mandíbula; 3: Labro; 4: Palpo maxilar; 5: Clípeo, 6: Frente; 7: Vértex; 8:
Pronoto; 9: Escutelo; 10 élitro (= primer par de alas); 11: abdomen; 12:
estigma; 13, 14 y 15: patas (pares anterior, medio y posterior).
Exoesqueleto
Véase
también: Cutícula (artrópodos)
El exoesqueleto o ectoesqueleto es el esqueleto externo que
recubre todo el cuerpo de los insectos y demás artrópodos y que también se
conoce como integumento. En insectos está formado por una sucesión de
capas; de adentro hacia afuera éstas son: la membrana basal, la epidermis o hipodermis y la cutícula; la única
capa celular es la epidermis; el resto no posee células y está compuesto por
algunas de las siguientes sustancias: quitina, artropodina, esclerotina, cera y melanina. El componente rígido, la esclerotina, cumple
varios papeles funcionales que incluyen la protección mecánica del insecto y el
apoyo de los músculos esqueléticos, a través del llamado endoesqueleto; en los insectos terrestres,
el exoesqueleto también actúa como una barrera para evitar la desecación o
pérdida del agua interna. El exoesqueleto apareció por primera vez en el
registro fósil hace unos 550 millones de años y su evolución ha sido crítica
para la radiación adaptativa y la
conquista de casi todos los nichos ecológicos del planeta que los
artrópodos han venido realizando desde el Cámbrico.
Cabeza
La cabeza es la región anterior del cuerpo, en forma de cápsula, que contiene los
ojos, antenas y piezas bucales. La forma de la cabeza varía
considerablemente entre los insectos para dar espacio a los órganos sensoriales
y a las piezas bucales. La parte externa endurecida o esclerosada de la cabeza
se llama cráneo.
La cabeza de los insectos está subdividida por suturas en un número de escleritos más o menos diferenciados que varían entre los diferentes grupos.
Típicamente hay una sutura en forma de "Y" invertida, extendiéndose a
lo largo de la parte dorsal y anterior de la cabeza, bifurcándose por encima
del ocelo para formar dos suturas divergentes, las cuales se extienden hacia
abajo en los lados anteriores de la cabeza. La parte dorsal de esta sutura (la
base de la Y) es llamada sutura coronal y las dos ramas anteriores suturas
frontales. Por otra parte, la cabeza de los insectos está constituida de una
región preoral y de una región postoral. La región preoral contiene los ojos
compuestos, ocelos, antenas y áreas faciales, incluido el labio superior, y la
parte postoral contiene las mandíbulas, las maxilas y los labios.
Internamente, el exoesqueleto de la cápsula cefálica de los insectos se
invagina para formar las ramas del tentorio que sirven como sitios de inserción muscular.
Ojos
La mayoría de los insectos tienen un par de ojos compuestos relativamente grandes,
localizados dorso-lateralmente en la cabeza. La superficie de cada ojo
compuesto está dividida en un cierto número de áreas circulares o hexagonales
llamadas facetas u omatidios; cada faceta es una lente de una única unidad
visual. En adición a los ojos compuestos, la mayoría de los insectos posee tres
ojos simples u ocelos localizados en la parte superior de la cabeza, entre los ojos
compuestos.
Antenas
Son apéndices móviles multiarticulados. Se presentan en número par en
los insectos adultos y la mayoría de las larvas. Están formadas por un número
variable de artejos denominados antenómeros o antenitas. El
cometido de las antenas es eminentemente sensorial, desempeñando varias
funciones. La función táctil es la principal, gracias a los pelos táctiles que
recubren casi todos los antenómeros; también desempeñan una función olfativa,
proporcionada por áreas olfativas en forma de placas cribadas de poros
microscópicos distribuidas sobre la superficie de algunos antenómeros
terminales. También poseen una función auditiva y a veces una función prensora
durante la cópula, al sujetar a la hembra. Están formadas por tres partes, siendo las dos
primeras únicas y uniarticuladas y la tercera comprende un número variable de
antenómeros y se denominan respectivamente: escapo, pedicelo y flagelo o
funículo.
Piezas bucales
Son piezas móviles que se articulan en la parte inferior de la cabeza,
destinadas a la alimentación; trituran, roen o mastican los alimentos sólidos o
duros y absorben líquidos o semilíquidos. Las piezas bucales son las
siguientes:
- Labro (labio superior o labio simple). Es un esclerito impar de forma variable con movimientos para arriba y para abajo; es el techo de la boca y se articula con el clípeo. En su parte ventral o interna está localizada la epifaringe, que no es una pieza libre, está levemente esclerosada; su función es gustativa.
- Mandíbulas. Son dos piezas simples, dispuestas lateralmente bajo el labio superior, articuladas, resistentes y esclerosadas. Su función es masticar, triturar o lacerar los alimentos. En algunos adultos pueden faltar siendo totalmente ausentes o vestigiales en la totalidad de los lepidópteros y efemerópteros.
- Maxilas. En número de dos, están situadas detrás de las mandíbulas. Articuladas en la parte lateral inferior a la cabeza, son piezas auxiliares durante la alimentación. La hipofaringe es una estructura saliente, localizada sobre el mentón con función gustativa. Se asemeja a la lengua. Las maxilas poseen un palpo maxilar cada una.
- Labio (labium). Estructura impar resultado de la fusión de dos apéndices situada bajo las maxilas y que representa el suelo de la boca; presenta dos pequeños palpos labiales.
Anatomía de un insecto. A.- Cabeza; B.- Tórax; C.- Abdomen; 1.- Antena; 2.- ocelo inferior; 3.- Ocelo superior; 4.- Ojo compuesto; 5.- Cerebro; 6.- Protórax; 7.- Arteria dorsal (aorta); 8.- Tráqueas; 9.-
Mesotórax; 10.- Metatórax; 11.- Alas anteriores; 12.- Alas posteriores; 13.- Estómago; 14.- Corazón; 15.- Ovarios; 16.- Intestino; 17.- Ano; 18.- Vagina; 19.- Cadena ganglionar ventral;
20.- Tubos de Malpighi; 21.-
Tarsómero; 22.- Uña; 23.- Tarso; 24.- Tibia; 25.- Fémur; 26.- Trocánter; 27.- Buche; 28.-
Ganglio torácico; 29.- Coxas; 30.- Glándula salival; 31.-
Collar periesofágico; 32.- Piezas bucales; de izquierda a derecha: labro, mandíbulas, maxilas y labio.
Tipos principales de aparatos
bucales
El aparato bucal de los insectos se ha ido
modificando en varios grupos para adaptarse a la ingestión de diferentes tipos
de alimentos y por diferentes métodos. Aquí se citan los tipos más
diferenciados e interesantes, escogidos para ilustrar las diversas formas
adoptadas por partes homólogas, y los diferentes usos a que pueden ser
aplicadas. Existen muchos otros tipos, gran cantidad de los cuales representan
estados intermedios entre algunos de los aquí citados.
- Tipo masticador. En este tipo de aparato bucal los apéndices son esencialmente las mandíbulas, las maxilas y el labio. Las mandíbulas cortan y trituran los alimentos sólidos y las maxilas y el labio los empujan hacia el esófago. El aparato bucal de tipo masticador es el más generalizado entre los insectos y, a partir del mismo, se han desarrollado los otros tipos (ver figura abajo a la derecha). Este punto de vista se sustenta en dos clases de pruebas importantes. En primer lugar, este aparato bucal es el más semejante en su estructura al de los miriápodos que son los parientes más cercanos de los insectos. En segundo lugar, el aparato bucal masticador se encuentra en casi todos los órdenes de insectos como los ortópteros, los coleópteros y las larvas de lepidópteros.
Radiación adaptativa de las
piezas bucales de los insectos. A: tipo masticador, B: tipo cortador-chupador,
C: en espiritrompa, D: tipo picador-suctor. a:antena, c: ojo compuesto
lr (rojo): labro, md (verde): mandíbulas, mx (amarillo): maxilas, lb (azul): labio, hp (azul oscuro): hipofaringe.
lr (rojo): labro, md (verde): mandíbulas, mx (amarillo): maxilas, lb (azul): labio, hp (azul oscuro): hipofaringe.
- Tipo cortador-chupador. Este tipo de aparato bucal se encuentra en los tábanos (Diptera Tabanidae) y algunos otros dípteros, las mandíbulas se presentan en forma de hojas afiladas y las maxilas en forma de largos estiletes sonda. Ambas cortan y desgarran el tegumento de los mamíferos, haciendo fluir la sangre de la herida. Esta sangre es recogida por la protuberancia esponjosa del labio y conducida al extremo de la hipofaringe. La hipo y la epifaringe se ajustan para formar un tubo a través del cual la sangre es aspirada hacia el esófago.
- Tipo chupador. Un gran número de moscas no picadoras, entre ellas la mosca doméstica, tienen este tipo de aparato bucal adaptado sólo para la ingestión de alimentos líquidos o fácilmente solubles en saliva. Este tipo es el más similar al cortador chupador, pero las mandíbulas y las maxilas no son funcionales, y las partes restantes forman una probóscide con un ápice en forma de esponja (denominado labelo). Esta se introduce en los alimentos líquidos que son conducidos hacia el canal alimenticio por diminutos canales capilares existentes en la superficie del labelo. El canal alimenticio también está formado por la trabazón alargada de la hipo y epifaringe que forman un tubo hacia el esófago. Las moscas y otros insectos con este tipo de aparato bucal pueden ingerir también alimentos sólidos como el azúcar. Para ello, arrojan sobre el alimento una gota de saliva, que lo disuelve, y luego la solución es succionada hacia la boca.
- Tipo masticador-lamedor. Este tipo de aparato bucal, adaptado a la absorción de líquidos, se encuentra en las abejas y avispas, ejemplificado por la abeja común. Las mandíbulas y el labro son de tipo masticador y las emplean para sujetar las presas y para amasar la cera u otros tipos de materiales con que construyen sus nidos. Las maxilas y el labio forman una serie de estructuras deprimidas y alargadas de las cuales una de ellas forma un órgano extensible acanalado. Este último se emplea como una sonda para llegar a los profundos nectarios de las flores. Las otras lengüetas de las maxilas y el labio forman una serie de canales por los que desciende la saliva y asciende el alimento.
- Tipo picador-chupador. El aparato bucal de muchos grupos de insectos está modificado para taladrar tejidos y chupar jugos. Entre ellos los hemípteros (pulgones, chinches, cochinillas, chicharritas), predadores de muchas clases, piojos y pulgas que chupan la sangre de mamíferos y aves. En este tipo de aparato bucal, el labro, las mandíbulas y las maxilas son delgados y largos, y se reúnen para formar una delicada aguja hueca. El labio forma una vaina robusta que mantiene rígida esta aguja. La totalidad del órgano se llama pico. Para alimentarse, el insecto aprieta la totalidad del pico contra el hospedador, inserta de esta forma la aguja en el interior de los tejidos del mismo y chupa sus jugos a través de la aguja hasta el interior del esófago.
- Tipo tubo de sifón. Los lepidópteros adultos se alimentan de néctar y otros alimentos líquidos. Éstos son succionados por medio de una larga probóscide (espiritrompa) compuesta solamente por un tubo que desemboca en el esófago.
Tórax
El tórax es la región media del cuerpo
y contiene las patas y las alas (en algunos insectos adultos no hay alas y en muchos insectos inmaduros
y en algunos adultos no hay patas). El tórax está compuesto de tres segmentos, protórax, mesotórax, y metatórax, cada segmento torácico tiene típicamente un
par de patas y meso y metatórax un par de las alas cada uno (cuando están
presentes); cuando hay un solo par de alas, están situadas en el mesotórax,
excepto en los estrepsípteros que solo conservan las alas
metatorácicas; el protórax nunca tiene alas.
El tórax está unido a la cabeza por una región del cuello, membranosa,
el cerviz. Hay generalmente uno o dos escleritos pequeños en cada lado del
cuello, los cuales ligan la cabeza con el protórax.
Cada segmento torácico está compuesto de cuatro grupos de escleritos. El noto dorsalmente, las pleuras lateralmente y el esternón
ventralmente. Cualquier esclerito torácico puede ser localizado en un segmento
particular por el uso de prefijos apropiados: pro-, meso- y meta-. Por ejemplo,
el noto del protórax es llamado pronoto.
Los notos del mesotórax y metatórax están frecuentemente subdivididos por
suturas en dos o más escleritos cada uno. La pleura es un segmento portador de
alas, forma un proceso alar-pleural que sirve como sostén para el movimiento
del ala.
En cada lado del tórax hay dos aberturas en forma de hendiduras, una
entre el protórax y el mesotórax y la otra entre el meso y el metatórax. Estas
son los estigmas, o sea las aberturas externas del sistema traqueal.
Patas
Pata de un insecto
1: Coxa; 2: Trocánter; 3: Fémur; 4: Tibia; 5: Tarso (5a-e: tarsómeros); 6: Uña.
1: Coxa; 2: Trocánter; 3: Fémur; 4: Tibia; 5: Tarso (5a-e: tarsómeros); 6: Uña.
Consisten típicamente en los segmentos siguientes:
- Coxa, segmento basal
- Trocánter, segmento pequeño, (raramente dos segmentos), siguiendo a la coxa
- Fémur, primer segmento largo de la pata
- Tibia, es el segmento largo de la pata
- Tarsos, una serie de pequeños segmentos (tarsómeros) después de la tibia. El número de segmentos tarsales en los insectos diferentes varía de uno a cinco. El último segmento tarsal generalmente contiene un par de garras o uñas y frecuentemente uno o más estructuras en formas de almohada, entre o en la base de las uñas. Una almohada o lóbulo entre las uñas es generalmente llamada arolium y almohadas localizadas en la base de las uñas son llamadas pulvillos.
Alas
Anatomía del movimiento alar; a: alas; b: articulaciones de las alas; c:
músculos transversales; d: músculos longitudinales.
Las alas de los insectos son evaginaciones de la pared del cuerpo
localizadas dorso-lateralmente entre los notos y las pleuras. La base del ala
es membranosa, esto hace posible el movimiento del ala.
Las alas de los insectos varían en número, tamaño, forma, textura,
nerviación, y en la posición en que son mantenidas en reposo. La mayoría de los
insectos adultos tienen dos pares de alas, situadas en el meso y metatórax;
algunos, como los dípteros, tienen un solo par (siempre situado en el
mesotórax salvo en estrepsípteros que las poseen en el metatórax) y algunos no
poseen alas (por ejemplo, formas ápteras de los pulgones, hormigas obreras, pulgas, etc.).
En la mayoría de los insectos las alas son membranosas y pueden contener
pequeños pelos o escamas; en algunos insectos las alas anteriores son
engrosadas, coriáceas o duras y en forma de vaina, esa estructura es conocida
como élitro (en los coleópteros). Las chinches tienen el primer par de alas engrosado en su base; a este tipo de alas
se les llama hemiélitros. Las langostas, grillos, cucarachas, entre otros insectos primitivos tienen el
primer par de alas angosto y con la consistencia de un pergamino; éstas reciben el nombre de tegminas. Las alas membranosas de los insectos son usadas para volar, aquéllas
endurecidas como es el caso de los élitros, hemiélitros, tegminas, cuando
plegadas sirven de protección al segundo par de alas que es delicado por ser
membranoso y también al abdomen. Las alas son también importantes para producir
ciertos sonidos, para dispersar olores y, por su diseño, tienen importancia en
el camuflaje y el mimetismo.
La mayoría de los insectos son capaces de doblar las alas sobre el
abdomen cuando están en reposo, pero los grupos más primitivos, como libélulas y efímeras, no pueden hacerlo y mantienen las alas
extendidas para afuera, o reunidas encima del cuerpo.
Algunos insectos como grillos y langostas machos, son capaces de
producir un sonido característico con las alas friccionando las dos alas
anteriores entre sí, o las alas anteriores con las patas posteriores.
Muchos insectos como las moscas y abejas, mueven las alas tan rápidamente que se produce un zumbido. El zumbido,
por su frecuencia sonora, es un caracter específico y en insectos como los
mosquitos o zancudos hembras, es un elemento usado por las hembras para atraer
a los machos que vuelan en un enjambre.
Los insectos son los únicos invertebrados capaces de volar. En el Carbonífero, algunas Meganeura (un grupo relacionado con las libélulas actuales) tenían una
envergadura de 75 cm.; la aparición de insectos gigantes parece tener una relación directa
con el contenido de oxígeno de la atmósfera, que en aquella época era del
35%, comparado con el 21% actual; el sistema traqueal de los insectos limita su
tamaño, de modo que elevadas concentraciones de oxígeno permitieron tamaños
mayores.6 Los mayores
insectos voladores actuales, como algunas mariposas nocturnas (Attacus
atlas, Thysania agrippina) son mucho
menores.
Además del vuelo activo, muchos pequeños insectos son también
dispersados por el viento. Éste es el caso de los pulgones que a menudo son
transportados largas distancias por las corrientes de aire.7
Abdomen
El abdomen de los insectos posee típicamente 11 segmentos, pero el
último está muy reducido, de modo que el número de segmentos raramente parece
ser más de 10. Los segmentos genitales pueden contener estructuras asociadas
con las aberturas externas de los conductos genitales; en el macho estas
estructuras se relacionan con la cópula y la transferencia de esperma a la hembra; y en las hembras están relacionados con la oviposición.
En el extremo del abdomen puede haber apéndices, los cuales surgen del
segmento 10 y son los cercos, que son de valor taxonómico.
Anatomía interna
Aparato digestivo
El aparato digestivo de los insectos es un tubo, generalmente algo
enrollado que se extiende desde la boca al ano. Se divide en tres regiones: el
estomodeo, el mesenterón y el proctodeo. Algunas porciones están ensanchadas,
sirviendo de almacenaje, por ejemplo el Buche. Separando
estas regiones hay válvulas y esfínteres que regulan el paso del alimento de una a otra. Hay también una serie
de glándulas que desembocan en el tubo digestivo y que ayudan a la digestión.
Aparato respiratorio
El aparato respiratorio de los insectos está compuesto por tráqueas, una serie
de tubos vacíos que en su conjunto forman el sistema traqueal; los gases
respiratorios circulan a través de él. Las tráqueas se abren al exterior a
través de los estigmas o espiráculos, en principio un par en cada segmento
corporal; luego van reduciendo progresivamente su diámetro hasta convertirse en
traqueolas que penetran en los tejidos y aportan oxígeno a las células. En la
respiración traqueal el transporte de gases respiratorios es totalmente
independiente del aparato
circulatorio por lo que, a diferencia de los vertebrados, el fluido circulatorio (hemolinfa) no almacena oxígeno.
Aparato circulatorio
Como en los demás artrópodos, la circulación es abierta y lagunar, y en
los insectos está simplificada. El líquido circulatorio es la hemolinfa que llena la cavidad general del cuerpo que por esta razón
se denomina hemocele que está subdividida en tres senos (pericárdico, perivisceral y
perineural). El corazón se sitúa en posición dorsal en el abdomen dentro del
seno pericárdico; tiene una válvula en cada metámero que delimita varios compartimentos o ventrículos, cada uno de ellos con
un par de orificios u ostiolos por los que penetra la hemolinfa cuando el
corazón se dilata (diástole). El corazón se prolonga hacia adelante en la
arteria aorta por la que sale la hemolinfa cuando el corazón se contrae
(sístole); suele ramificarse para distribuir la hemolinfa a la región cefálica.
Pueden existir órganos pulsátiles accesorios en diferentes partes del cuerpo,
que actúan como corazones accesorios que aseguran la llegada de la hemolinfa a
los puntos más distales (antenas, patas).
Aparato excretor
El aparato excretor de los insectos está constituido por los tubos de Malpighi. Son tubos ciegos que flotan
en el hemocele, de donde captan los productos residuales y desembocan en la
parte final del tubo digestivo donde son evacuados y eliminados con las heces.
Son capaces de reabsorber agua y electrolitos, con lo que juegan un importante papel en el
equilibrio hídrico y osmótico. Su número oscila entre cuatro a más de cien.
Los insectos son uricotélicos, es decir, excretan principalmente ácido úrico. Excepcionalmente, los tubos de Malpighi se
modifican en glándulas productoras de seda u órganos productores de luz.
Algunos insectos poseen órganos excretores adicionales e independientes
del tubo digestivo, como las glándulas labiales o maxilares, y los riñones de acumulación (cuerpos pericárdicos, nefrocitos dispersos por el hemocele, oenocitos epidérmicos y células del urato).
Sistema nervioso
El sistema nervioso consta del cerebro y de una cadena ventral de
nervios. El cerebro está en la cabeza, se subdivide en protocerebro,
deutocerebro y tritocerebro y en el ganglio subesofágico. Todos están
conectados por comisuras nerviosas. La cadena nerviosa es como una escalera de
cuerdas con pares de ganglios que corresponden a cada segmento del cuerpo del
insecto. Además hay órganos sensoriales: antenas para la
olfacción, ojos compuestos y simples, órganos auditivos, mecanorreceptores,
quimiorreceptores, etc.
Percepción
Muchos insectos poseen órganos muy refinados de percepción; en algunos casos sus sentidos pueden percibir
cosas fuera del rango de percepción de los sentidos de los humanos. Por ejemplo,
las abejas pueden ver en el espectro ultravioleta y captar los patrones de polarización de la luz, y ciertas polillas macho tienen un sentido especializado del olfato que las ayuda a detectar las feromonas de las hembras a muchos kilómetros de distancia; las hormigas pueden seguir en la oscuridad los rastros olorosos dejadas por sus
compañeras.
Debido al pequeño tamaño y la simplicidad de su sistema nervioso, el
procesamiento que puedan hacer de las percepciones es muy limitado. Por
ejemplo, en general se acepta que la visión de los insectos ofrece muy baja
resolución de los detalles, especialmente a grandes distancias.
Por otra parte son capaces de dar respuestas sorprendentemente rápidas
ante estímulos específicos. Por ejemplo, el reflejo de correr de las cucarachas al percibir en sus cercos posteriores cualquier movimiento de aire que
delata la presencia de un peligro a su alrededor, o el reflejo de las moscas y libélulas durante el vuelo de esquivar obstáculos a alta
velocidad.
Reproducción
Plecópteros apareándose.
La mayoría de las especies de insectos tienen sexos separados,
morfológicamente diferenciados entre sí, y deben aparearse para reproducirse.
No obstante, además de este tipo de reproducción sexual, existen
especies que pueden reproducirse sin aparearse e, incluso, éste puede ser el
proceso típico de reproducción en varias de ellas. Estas especies se denominan partenogenéticas y su tipo de reproducción es
eminentemente asexual. Este
mecanismo de reproducción está bastante distribuida en la mayoría de los
órdenes de apterigotos. Aunque todavía mucho menos frecuente, existen especies
de insectos que son hermafroditas, es decir, llevan los dos
sexos funcionales en el mismo individuo (como por ejemplo Icerya purchasi y Perla marginata).
Un buen ejemplo de especie partenogenética es el insecto palo (Dixppus
morosus). Los machos en esta especie son sumamente escasos y las
hembras comienzan a poner huevos no fertilizados en cuanto maduran. Estos
huevos se desarrollan y abren con normalidad, dando origen a nuevas hembras. De
este modo una generación de hembras, genéticamente idéntica a la anterior,
sucede a otra ininterrumpidamente. Este tipo de partenogénesis, en la cual los
óvulos se producen sin reducción del número cromosómico (sin meiosis) y las hembras dan origen a más hembras, se
denomina partenogénesis telitóquica y es el mecanismo usual de reproducción
entre los áfidos.
De un modo algo diferente, una abeja reina (Apis mellifera) puede poner huevos fertilizados
(diploides) de los que surgen hembras, y huevos sin
fecundar (haploides) de los que surgirán machos (los zánganos). En este caso, en el que la partenogénesis se produce a partir de
óvulos que han surgido por meiosis por lo que hay reducción del número
cromosómico, la partenogénesis se denomina arrenotóquica. Este sistema de determinación de
sexo en el que las hembras son diploides y los machos son haploides se
denomina haplodiploidía. El mismo combina la
reproducción sexual y asexual de un modo adaptativo y se halla bastante
distribuido entre los himenópteros.
La mayoría de las especies de insectos ponen huevos (son ovíparas). No obstante, hay casos en los que las hembras paren a sus crías, como
por ejemplo en los áfidos. Los ejemplos de viviparidad, si bien escasos, son también muy diversos. En algunos casos el huevo
se abre inmediatamente antes de ser puesto; en otros, como en la mosca tse-tse, se desarrolla dentro del
cuerpo de la madre y la cría no nace sino hasta el estado de pupa. En algunos
insectos parásitos (Strepsiptera, himenópteros parásitos) un solo huevo
puesto del modo acostumbrado se divide repetidamente hasta alcanzar una
progenie de hasta 2.000 individuos, de igual genotipo y sexo, fenómeno conocido como poliembrionía. Las larvas poliembriónicas
son a menudo caníbales, por lo que se logran establecer pocos adultos.
Un método muy singular de reproducción es el proceso conocido como paidogénesis. Las larvas de Miastor metraloas, por ejemplo, pueden reproducirse por sí mismas a partir de huevos no
fertilizados existentes en el interior de una gran larva viva. Las nuevas larvas crecen como parásitos en el cuerpo de su semejante y cuando se hallan maduras para emerger,
la larva original muere. Las crías repiten el proceso, de modo que el número de
larvas continúa incrementando, hasta que se transforman en insectos adultos.8 9
Los huevos pueden ser colocados solitarios o en grupos, a veces dentro
de una estructura protectora llamada ooteca. La forma y el tamaño de los huevos son tan variados como los insectos
que los ponen. Los huevos de las mariposas, por ejemplo, suelen presentar intrincados
dibujos, con una superficie cubierta de numerosos realces y nerviaciones.
Muchos insectos ponen sus huevos en las raíces, o en los brotes y tejidos
tiernos de las plantas, o dentro de los granos de los cereales e incluso,
dentro de otros animales. El lugar donde los insectos deponen los huevos, si
bien variado, no es de ningún modo aleatorio. El objetivo de escoger
cuidadosamente el lugar de la puesta es siempre el mismo: poner los huevos en
el lugar dónde las larvas recién nacidas estén rodeadas de alimento.
En la mayoría de los insectos la vida reproductiva de una hembra es muy
breve y todos los huevos producidos son puestos en rápida sucesión en un lapso
muy corto. No obstante, en algunas otras especies, especialmente en los
denominados insectos sociales como abejas, hormigas y termitas, la vida
reproductora de una hembra dura hasta tres años. Se calcula que la reina de las
termitas, por ejemplo, pone un huevo cada dos segundos, día y noche, durante un
período de 10 años. Como en la comunidad es el único adulto procreador, la
población del termitero decrecería rápidamente sin ese ritmo de fertilidad.8
Huevos de insectos
Artículo
principal: Huevo de insecto
El huevo de insecto es el estadio de la vida del insecto que comienza
cuando la gameta femenina (“ovocito”) del insecto, y luego de la fecundación el
embrión en desarrollo, viven protegidos por una cáscara externa llamada corion,
y finaliza cuando, al terminar el desarrollo del embrión, ocurre la eclosión
del primer estadio juvenil fuera del corion. Durante el estadio de huevo el
embrión se desarrolla a expensas de los nutrientes depositados dentro del
corion junto con el ovocito, y debe poseer la permeabilidad suficiente para que
ocurra el intercambio de gases y agua. El huevo como tal nace en el aparato
reproductor de la madre, cuando los nutrientes y la cáscara externa alrededor
del ovocito se terminan de formar y las células que los forman mueren por apoptosis
celular. Luego, por mecanismos variados, el huevo es fecundado con semen
proveniente del padre, que entra hasta el ovocito a través de un poro en el
corion (la entrada del semen puede ser facilitada por mecanismos diversos). En
ese momento se forma el embrión que se desarrolla a expensas de los nutrientes
contenidos dentro del corion. En general la fecundación ocurre dentro del
aparato reproductivo de la madre y luego de ella ésta deposita el huevo
(“ovipone”) en un ambiente externo seleccionado por ella. El huevo debe poseer
una morfología y elasticidad suficientes como para pasar por el ovipositor de
la madre. En el ambiente externo el huevo inmóvil está expuesto al ataque de
predadores y patógenos, en consecuencia evolucionaron adaptaciones que aportan
al huevo de protección mecánica, química, o de cuidado parental. El huevo
también está expuesto a la futura competencia de las larvas por el alimento
(las larvas en general tienen poca movilidad, sobre todo cuando están recién
eclosionadas), por lo cual la hembra grávida está adaptada a depositar los
huevos de forma estratégica, por ejemplo los ubica espaciados entre sí, o cerca
de una fuente importante de alimento para los futuros juveniles.
La morfología del huevo maduro es muy variada entre órdenes de insectos.
El huevo en un esquema generalizado consta de un ovocito con nutrientes,
envuelto por la membrana vitelina (que contiene más nutrientes), y 4 capas de
corion protector. La ovogénesis (el proceso de formación del huevo) también se
encuentra bastante conservada evolutivamente.
En el momento de la oviposición se pueden liberar volátiles que sean
captados por individuos de la misma o de otra especie, que pueden modificarles
su comportamiento de acuerdo a la información obtenida.
El canibalismo de huevos no es un fenómeno extraño entre los insectos,
lo cual sugiere que tendrá un valor adaptativo.
El todavía nuevo campo de la ecología química nos permite echar luz
sobre las relaciones del huevo depositado en su sustrato y el ambiente y sus
organismos asociados, situación que ocurre desde el momento de la oviposición
hasta que emerge el juvenil del huevo. Se han encontrado relaciones complejas y
de carrera armamentista con predadores, parásitos, patógenos, competidores,
microorganismos asociados, y hospedadores y plantas hospedadoras cuando las
hay.
Metamorfosis
Diferentes estadios del desarrollo postembrionario de un himenóptero.
La metamorfosis es un proceso de desarrollo postembrionario mediante el cual los insectos alcanzan su fase adulta (imago), durante la cual llegan a la
madurez sexual y en los pterigotos se desarrollan las alas. De acuerdo al tipo de
metamorfosis que experimentan los insectos se clasifican en:
- Ametábolos: los juveniles no se diferencian de los adultos salvo por la madurez sexual y el tamaño.
- Hemimetábolos: metamorfosis gradual en la cual las tecas alares y los órganos sexuales se van desarrollando poco a poco, si bien las diferentes fases juveniles son semejantes entre sí y el adulto, los cambios en la última muda son más marcados (e.g. aparición de alas); los juveniles se llaman ninfa y no existe estado de pupa.
- Holometábolos: metamorfosis completa (huevo, larva, pupa y adulto), en la cual los tejidos del adulto se originan a partir de grupos especiales de células llamadas discos imaginales, durante una fase del ciclo de vida conocida como pupa.
Las larvas de los lepidópteros consumen grandes cantidades de hojas. En
la imagen se observa a la larva de Macrothylacia
rubi devorando una hoja.
Ecología
Alimentación
El régimen alimenticio de los insectos es sumamente variado. A grandes
rasgos pueden diferenciarse los siguientes:
- Fitófagos. Se alimentan de todo tipo de productos vegetales y muchas veces causan plagas en los cultivos; destacan los comedores de hojas (filófagos, como muchas orugas de lepidópteros, ortópteros y coleópteros crisomélidos) y madera donde excavan galerías (xilófagos, corticícolas, lignícolas, como las carcomas); también los hay granívoros (comen grano y otras semillas, como muchos gorgojos) o carpófilos que comen polen y néctar y poseen piezas bucales especializadas para tal fin (himenópteros, lepidópteros). Otros comen frutos (larvas de lepidópteros, dípteros y coleópteros) o raíces (rizófagos), y muchos hemípteros se alimentan de la savia, para lo que disponen de un aparato bucal en forma de estilete que perfora los tejidos vegetales. Diversas especies de dípteros y coleópteros son micetófagos y viven sobre hongos, alimentándose de sus hifas y esporas.
- Zoófagos. Los carnívoros pueden alimentarse de presas vivas que ellos mismos capturan (depredadores, como los odonatos o los coleópteros carábidos) o bien de sus fluidos, como la sangre (hematófagos, como dípteros, hemípteros). En esta categoría debe también contemplarse los parásitos, tanto ectoparásitos, que se alimentan desde el exterior (pulgas, chinches), como los endoparásitos, que penetran en el interior de sus hospedadores (estrepsípteros, algunos himenópteros). Cabe destacar también algunas especies con regímenes particulares, como Aethina tumida, pequeño escarabajo que se alimentan de cera y produce graves destrozos en las colmenas (aethinosis), los coleópteros derméstidos que comen queratina (plumas, pelo, lana, cuernos) o las larvas de lepidópteros que devoran telas.
- Omnívoros. Tienen un régimen alimentario variado, tomando todo tipo de productos vegetales y animales.
- Saprófagos o descomponedores. Se alimentan de materia orgánica, animal o vegetal, en descomposición. Entre ellos destacan los necrófagos, que descomponen cadáveres, los saproxilófagos que comen madera en descomposición, y los coprófagos que reciclan los excrementos.
Relaciones interespecíficas
Hormiga cuidando de sus pulgones.
Los insectos establecen relaciones muy diversas con otros organismos,
que actúan como hospedadores, para conseguir un beneficio. Dependiendo del
tipo de relación, pueden distinguirse varios niveles de asociación, aunque
muchas veces el límite entre ellos es difícil de establecer.
Los insectos comensales aprovechan el alimento sobrante o las
descamaciones, mudas, excrementos, etc.; de su hospedador, al que no perjudican.
Los hormigueros y termiteros alojan muchos insectos comensales, donde en general se alimentan de la
comida almacenada; se denominan, respectivamente, mirmecófilos y termitófilos. Los insectos foleófilos viven en madrigueras de mamíferos y los nidícolas en nidos de aves, siendo a veces difícil de precisar si se trata de comensales o de
parásitos.
El mutualismo, en que dos
especies obtienen beneficio mutuo de su relación, está también presente entre
los insectos; muchas hormigas apacientan pulgones, a los que defienden de otros insectos y
obtiene a cambio un líquido azucarado que los pulgones segregan. Algunas
hormigas y termitas crían hongos en sus nidos, de los que se alimentan; los hongos encuentran un
ambiente estable y protegido para su desarrollo. La polinización puede también considerarse como mutualismo
entre insectos y vegetales.
Muchos insectos poseen protozoos, bacterias y hongos simbiontes en el tubo digestivo, tubos de Malpighi, gónadas, hemocele, etc.; los simbiontes les facilitan la digestión de la celulosa o de la sangre y les proporcionan nutrientes esenciales para su desarrollo, hasta el
punto que no pueden vivir sin ellos.
El parasitismo está también muy extendido entre los insectos;
en este caso, el hospedador sale perjudicado por el parásito, que puede
considerarse como un depredador muy especializado. Los ectoparásitos viven fuera del hospedador y
generalmente son hematófagos (se alimentan de sangre) o dermatófagos (se alimentan de la piel); hay grupos enteros de insectos que son ectoparásitos (pulgas, piojos, chinches); cabe destacar también los parásitos sociales, en que especies de himenópteros sociales no tienen obreras y se hacen
adoptar por otras especies coloniales o reclutan esclavos entre las obreras de
otras especies (hormigas esclavistas). Los endoparásitos viven dentro del cuerpo de
sus hospedadores donde se alimentan de sus órganos o líquidos internos; es un
fenómeno corriente entre las larvas de ciertos dípteros, coleópteros y estrepsípteros y de muchos himenópteros. El hiperparasitismo se da cuando un insecto parasita a otro insecto que a su vez es
parásito. Estas relaciones tienen gran importancia en la regulación de las
poblaciones de insectos y se utilizan en el control biológico de plagas.
Estrategias defensivas
Un insecto hoja (Phasmatodea).
La reacción más común frente a un peligro es la huida. Algunos insectos
se defienden produciendo secreciones repugnatorias (malolientes, irritantes,
etc., como muchos coleópteros y ortópteros), mediante actitudes intimidatorias (como las mantis que levantan sus patas delanteras y muestran sus alas posteriores de
colores llamativos) o inmovilización refleja. Otros inoculan substancias
tóxicas mediante sus piezas bucales (hemípteros) u ovipositores modificados para tal fin (himenópteros). Algunas larvas de lepidópteros poseen pelos urticantes que se clavan en la
boca de sus enemigos. Algunos lepidópteros, ortópteros y coleópteros acumulan
en sus tejidos sustancias tóxicas, generalmente procedentes de su alimentación.10
Muchos insectos tóxicos o picadores poseen coloraciones vistosas y
llamativas que advierten a sus depredadores potenciales de su peligrosidad;
este fenómeno es conocido como aposematismo, y es una estrategia que maximiza la
efectividad de los mecanismos defensivos, ya que muchos animales aprenden que
tal combinación de color les produjo una experiencia desagradable y tienden a
evitar repetirla. A este respecto, cabe destacar que muchos insectos
inofensivos se parecen en forma, color o comportamiento a insectos peligrosos,
con lo que engañan a sus depredadores, que los evitan (por ejemplo, dípteros,
lepidópteros y coleópteros que parecen avispas); este fenómeno se denomina mimetismo
mülleriano y está muy extendido entre los insectos.
Los insectos son los maestros indiscutibles de la cripsis, adaptación que consiste pasar inadvertido a los sentidos de otros
animales. Son extraordinarias las morfologías que imitan objetos del entorno,
como en los Phasmatodea (insecto palo e insecto hoja) y algunos ortópteros y lepidópteros que se asemejan también a hojas. Muchos
insectos imitan los colores de su entorno (homocromía), lo que se acompaña con frecuencia de una
inmovilización refleja ante situaciones de peligro.